26. UNA NOTICIA QUE NO ES NOTICIA.

El subsecretario adjunto para asuntos Latinoamericanos de los Estados Unidos Jeffrey Davidow, expresó que Estados Unidos no indemnisará a Chile por las pérdidas sufridas por el caso de las uvas. Nunca ha hecho algo similar con algún país y apenas recientemente aceptó compensar a los japoneses residentes en EE. UU. a quienes, mantuvo  en campos de prisioneros durante la Segunda Guerra»

¿Es ésta una noticia para Chile o para el mundo? Creemos que no, ya que noticia en el sentido mas usado del término (acépción 2 del Diccionario de la lengua) es «el contenido de una comunicación antes desconocida» .

Si nos atenemos a algunos editoriales ha faltado una política de Chile hacia Estados Unidos. Si. así fuera, la reación del país del Norte habría sido provocada por una conclucción equivocada de nuestras relaciones, internacionales y Ia respueta del señor Davidow podría considerarse noticia pero no si la actitud de ese país fuere tan conocida como ¨crónica de una muerte anunciada¨ y creemos que tal es el caso.

Estados Unidos nunca se equivoca parece ser el slogan de la política exterior americana para explicar ya que no para justifica actos abusivos como el de las uvas chilenas y, por eso no nos resistimos a citar, a pesar de extensión una opinión de Frank Bohn publicada en  el «American Journal of  Sociology» : «Somos el pueblo más grande del mundo. Nuestro gobierno es el mejor de todos los conocidos. En materia de fe y moral, nosotros somos exactamente lo que debe ser el hombre. Somos también los mejores combatientes que hay en la tierra. Como pueblo, somos el más hábil y, socialmente, el más desarrollado. Otras naciones podran errar en su camino, pero nosotros estamos a salvo de toda equivocación y caminamos por el sendero seguro. Nuestra historia es el triunfo de la justicia, y así vemos manifestarse esta fuerza en cada generacion de nuestro glorioso pasado. Nuestro desarrollo y nuestro éxito, cara al futuro, son tan seguros como ciertas leyes matemáticas. La Providencia siempre nos acompañó. La única guerra que los Estados Unidos ha perdido, es aquella en la que un tercio de ellos fue vencido por las otras dos terceras partes. Nsotros hemos sido elegidos por Dios para salvar y purificar al mundo».

Esta es una cita tomada del libro «Los Libertadores USAS» de Carlos M. Ydigoras, publicado por Plaza y Janes en 1979, y en que se anotan sólo hasta 1973, 173 intervenciones armadas de los Estados Unidos en todo el mundo a partir de 1785, con el fin de demostrar que es el pueblo «elegido por Dios para salvar y purificar al mundo».

Si todos estos hechos ocurrieron antes que la nación del norte pasara a ser, con la caída de la Unión Soviética, la única gran potencia mundial, ¿qué podemos esperar hoy de su política exterior, como no sea el abuso de la fuerza que usó siempre en sus relaciones con Centro y Sud América y el Caribe?

Ingenuo sería suponer que exista preocupación en el Gobierno y el Parlamento de Estado Unidos, por otra cosa que no sean sus propios intereses nacionales.

Probablemente los únicos presidentes con ideas altruistas del país del norte en este siglo, a saber, Wilson y  Carter, se vieron enredados por asesores y por su escaso sentido de la realidad rayano en la ingenuidad y no obtuvieron, por eso, el éxito que sus proyectos merecían.

No pidamos, a nuestra política exterior lo que no han podido los grandes países europeos: tratar con Estados Unidos en un pie de igualdad real y no simplemente jurídica, porque el país del norte solo obra de acuerdo con sus intereses nacionales o por presión de sus centros de poder internos y su discurso acerca de los derechos humanos y de las virtudes cívicas solamente tiene contenido retórico o propósitos eleccionarios.

Solamente la consigna de los revolucionarios de Nanterre «Seamos realistas, pidamos lo imposible!», parece calzar con las expectativas de algunos chilenos que creen en las decisiones desinteresadas de la política de Estados Unidos.

Esta es una triste conclusión pero creemos que la política internacional ha demostrado hasta el cansancio y hasta al menos avisado: que el altruismo no cabe en las relaciones entre los Estados y, lo que es peor, que los países que tienen gran poder militar o económico, siempre lo emplean para presionar a los menos preparados o más débiles. Por, eso, parece ser lo más acertado jugarse por una utopía que, ál. menos, tiene el mérito de proteger a lo débiles y pequeños Estados, cual  sería la union de los países americanos. Para ello y como lo enseña también la experiencia histórica, la unión económica es el primer paso de una larga serie hasta llegar a alguna  forma de unidad política que nos potencie frente a los grandes países. 

De este modo, algún día, trataríamos con el vecino del norte mirándolo a los ojos, recordándole que las drogas no es sólo un problema de  producción sino de consumo; que el modelo americano (del norte) no tiene por qué convenir a los Estados del sur, y que la dignidad no es patrimonio exclusivo de los anglosajones, blancos y rubios sino también de los pueblos morenos cuyas culturas y respeto por la naturaleza durante cientos de años los mantuvo, por encima de los europeos que conquistaron América. 

 

                                                                                                Mario Alegría Alegría

 

 

Publicado en el diario El Mercurio de Valparaíso el 25 de agosto 1996

25. ENTRE LA VERDAD OFICIAL Y LA CONSIGNA.

Recientemente hemos asistido a una pública controversia entre el Gobierno y una estación de televisión que se ha negado a transmitir el spot oficial de la campaña contra el SIDA, prefiriendo el formato que el mismo canal preparara, basado en los principios y doctrina de la iglesia cuyo pensamiento lo inspira.

No ha sido bueno para nuestra democracia ver al jefe del Estado asumiendo el papel de defensor de la verdad oficial y usando términos descalificadores para otros programas del mismo canal. En efecto, es consubstancial de la democracia e intencionalmente, empleo un término de orígen teológico, la libertad de expresión.

Esta es la única posibilidad  de defenderse de la verdad oficial comprometida necesariamente con el poder politico.

Basta recordar a Galileo para darse cuenta del riesgo que significa que exista una verdad oficial, que lucha por imponerse y no por haber pasado algunos siglos desde que el científico debiera desdecirse, ha desaparecido el peligro que algunos politicos decidan «derogar» las leyes de Newton por parecerles contrarias al orden público.

Puede ser que no estemos de acuerdo con el contenido del mensaje de la emisora o que dudemos de su eficacia, pero no puede ninguna autoridad, cualquiera que sea su investidura, obligarla a que lo sustituya por la versión oficial para la misma campaña de prevención de la enfermedad.

Si se aceptara tal procedimiento o procurara convalidárselo a través de una ley que creemos sería manifiestamente inconstitucional, estaríamos enfrentado a un ataque insidioso y gravísimo a nuestra actual democracia, por imperfecta que nos parezca.

En efecto, el control de los medios de difusión de las ideas aunque se refiera aparentemente a sólo un segmento del mensaje radial o televisivo afectaría derechos claramente establecidos en la Constitución Política y en el marco jurídico que sirve a defenderla.

El peligro es aún mayor si se atiende a que un vocero oficial del Gobierno, recordó públicamente que los canales de televisión son «solamente concesiones»; ¿habría que concluir entonces que la autoridad pretende afectar dichas concesiones porque no le gusta lo que dicen o como lo dicen? Hay que recordar en este punto que las radiodifusoras también tienen en concesión la longitud de onda dentro de la frecuencia que transmiten. ¿El mensaje también se dirige a ellas?

Agreguemos a todo lo dicho que algunos parlamentarios de gobierno han expresado su opinión que la ley debiera obligar a los canales de televisión a difundir los mensajes «de bien público».

¿Y qué mensajes serían de bien público? Obviamente los que considere el gobierno de turno, para facilitar el manejo de la opinión en beneficio de las políticas oficiales.

El peligro que se ha anunciado en los últimos días es evidente y constituye el renacimiento de actitudes que creímos superadas por los políticos después de las traumáticas experiencias de nuestro pasado histórico de las últimas décadas.

Si se procesa adecuadamente esta información que es de público dominio y emanada de altas autoridades del Ejecutivo y del Parlamento, tenemos que concluir que se quiere asumir un papel tutelar de los medios de comunicación, recomendándoles, por ahora, lo que deben transmitir y recordándoles de paso que varios de ellos funcionan sobre la base de concesiones que pueden revocarse y, lo que es más grave, que se quiere imponerles más adelante lo que el gobierno desea que se transmita.

Es decir, estamos pasando de la verdad oficial a la consigna, con todo lo que ella conlleva de pernicioso para la libertad que se proclama defender.

 

                                                 Mario Alegría Alegría

 

Publicado en El Mercurio de Valparaíso el 24 de abril 1997

24. LA INGENUIDAD DE LA MAYORIA.

El 25 de abril del año pasado, en una nota publicada en estas mismas páginas me referí al “problema mapuche” y como de minoría postergada se la estaba transformando en privilegiada, olvidando a los otros chilenos igualmente mestizos en su mayoría, que no tienen siquiera un retazo de 100 metros de tierra para instalar una mediagua.
Hace pocos días, en El Mercurio de Santiago, el conocido historiador Sergio Villalobos se preocupa del tema con versación y profundidad y nos enfrenta al problema de la pérdida de unidad nacional con la creación de los estatutos de privilegio para las comunidades mapuches, situación que se agravaría si el Estado de Chile aprueba la última convención de las Naciones Unidas sobre las minorías nacionales.
Aunque Villalobos no lo dice, de aprobarse esta convención lo probable sería que en nuestro país se diera una situación parecida a Chiapas en México o de la zona de exclusión de las FARC en Colombia, con resultados impredecibles.
No es pura casualidad que en las notas televisadas veamos pasar a jóvenes mapuches enarbolando banderas que no son la chilena. Por otra parte existe el precedente del llamado Rey de la Araucanía, Oriele Antoine I. que el siglo XIX pretendió crear un estado indígena independiente, con él a la cabeza.
El plan actual sería bastante más sensato, a partir de la sobreprotección e independencia cultural y política que se gestiona para las minorías raciales o culturales.
Ya en nuestro país el estatuto especial para las tierras en posesión de los indígenas mapuches y pehuenches parece sustraerlas al régimen de la expropiación por causa de utilidad pública que afecta eventualmente a todos los predios de propiedad de los “huincas”, sin excepciones.
Así como en el Alto Bio Bio las hermanas Berta y Nicolaza Quintreman han hecho imposible la terminación de la central Ralco que, incorporada al sistema interconectado, alejaría el riesgo del racionamiento eléctrico que pudiera afectar toda la actividad económica nacional en el futuro cercano.
Con ellas hay que olvidar la idea del “indígena ingenuo” a quien se engaña en una negociación por el “huinca” que explota su ignorancia de los usos y costumbres de la sociedad capitalista. En efecto, por 7 hectáreas de sus tierras se ofreció a las hermanas la permuta por un predio de 140 hectáreas y, además, 200 millones de pesos.. que ya se quisieran los pobladores de un campamento completa en Chile Central para depositarlos como ahorro previo para acceder a una vivienda Serviu para varios cientos de familias, considerando la exigencia de 30 unidades de fomento por postulación.
Pero ellas han ido más allá, negociaron un preacuerdo con Endesa, no una promesa de venta o permuta, es decir, sin ninguna obligación con dicha empresa, y recibieron 10 millones de pesos cada una que ahora se niegan a devolver. Es decir Endesa fue por lana y salió trasquilada, negociando sus abogados con dos pehuenches que ahora tienen dinero para arreglar sus casas y quedarse indefinidamente con sus tierras.
Esto nos demuestra que los pueblos indígenas con el apoyo legal y el dinero de las ONGS, del propio Gobierno y con su conocimiento bastante cabal de lo que ocurre en nuestro país, no necesitan mas leyes de protección que aquellas destinadas a entregarles por el Estado las tierras que ya prometió y las mejoras en educación y salud que deberían favorecer a todos los chilenos.
Llevar más allá la defensa de la autodeterminación de las minorías socavaría las bases de nuestra unidad nacional, que se está construyendo tan trabajosamente después del quiebre institucional de los 70. Sería un verdadero crimen de “lesa patria”, aunque dudamos que esto importe mucho a sus patrocinadores, que se han caracterizado por el ataque sistemático a los valores tradicionales de la mayoría de los chilenos, para imponer los suyos, en clara contradicción con los principios de tolerancia que proclaman.
Creemos que el ejemplo de las hermanas Quintreman ahorra mayores comentarios respecto de la habilidad de los pueblos indígenas o mestizos que viven en Chile para defender sus propios intereses y que insistir en crear estatutos de excepción para algunos grupos de chilenos constituye una discriminación positiva injusta cuando no alcanza también a otros sectores con carencias evidentes, pero cuya solución no “viste” internacionalmente la imagen del Gobierno.

                                                           Mario Alegría Alegría

 

Publicado en el diario El Mercurio de Valparaíso, el 15 de enero del 2002