32. CUANDO SE OLVIDA LA HISTORIA.

Nuestro Presidente sabe historia de Chile y lo hace notar en sus intervenciones, pero no ha puesto atención a una lección que ha sido preterida en los gobiernos democráticos de los últimos quince años.
Se trata de la estabilidad y permanencia de los subsecretarios en los Ministerios.

En efecto, estos funcionarios casi siempre llegaban a serlo como la culminación de una carrera burocrática, por lo que eran profundos conocedores de los problemas de la cartera y también de la calidad de los empleados que se encontraban bajo su control o que, sin estarlo, tenían relación con el Ministerio, cual fue el caso del Poder Judicial con relación al Ministerio de Justicia.

Don Humberto Arancibia fue subsecretario de Justicia durante cerca de veinte años, en las décadas de los 30 y los 40 hasta la llegada al poder de don Carlos Ibáñez del Campo, quien lo sustituyó por don Ignacio Garcés.

El señor Arancibia tuvo entonces la oportunidad de conocer a varios y quizás a muchos ministros, pero también de conocer a fondo a los funcionarios del Poder Judicial tanto o más que al personal del propio Ministerio.

De este modo, al presentarse las ternas o quinas para el nombramiento de jueces, fiscales y ministros, sabía no solamente qué parlamentarios y políticos apoyaban su designación, sino también exactamente la carrera funcionaria y la calidad de los postulantes al cargo.

La decisión, claro está, era del ministro, que sabría a quién designar para seguir la línea impuesta por el Gobierno de turno, pero la información acerca de sus verdaderos méritos, la proporcionaba don Humberto Arancibia.

Debe también recordarse los años del seudo parlamentarismo chileno, desde la caída de Balmaceda en 1891 hasta el año 1924, en que la rotativa ministerial impuesta por los partidos políticos impedía a los designados conocer los problemas de sus carteras y los planes en marcha o proyectados para resolverlos.
¿Qué fue lo que impidió el caos en la administración pública en Chile? Ciertamente fueron los subsecretarios quienes ajenos a las veleidades políticas seguían administrando el Estado, incluso en períodos de graves problemas internos y externos, éstos últimos con Argentina y Perú, que estuvieron a punto de llevarnos a la guerra (“parece un leitmotiv”).

Si estos hechos los conocieron los presidentes de la combinación política que ha gobernado Chile por más de doce años, ¿qué motivos los han impulsado para designar subsecretarios por cortos períodos, “enrocarlos” y sustituirlos en empleos que requieren el acabado conocimiento que se adquiere con el contacto anterior y directo con aquéllos asuntos relevantes de la Administración?

¿Porqué designar además un ministro de un partido y un subsecretario de otra colectividad?
¿Para que uno vigile la conducta del otro?

Ya hemos visto que este control no ha resultado en absoluto efectivo y ello nos lleva a la única causa, por demás conocida: el apetito de los políticos y de su clientela, que ha doblado la mano de quien debe velar por los intereses nacionales antes que el de sus aliados ideológicos

Mario Alegría Alegría

 

Publicado en El Mercurio de Valparaíso en 1997

31. TEMOR ANTE LA «CULTURA OFICIAL»

 

En la edición del Mercurio de Santiago del 25 de los corrientes aparece un interesante artículo del sociólogo y escritor Pablo Huneuus titulado “Modelo soviético de cultura”, en que impugna la tendencia del actual Gobierno destinada a dirigir la cultura a través de organismos manejados por el mismo, sin dejar espacios para la expresión realmente libre de la creación artística y cultura de todo tipo.

    Sostiene por eso que tanto el libro como el teatro “tiene que salir adelante, sin esas subvenciones, a contenidos que lo empantanan en la mediocridad”.

    En momentos en que se discute la organización de un ente oficial que promoverá la cultura en Chile, es conveniente que se alcen estas voces de alerta para que en él se expresen en forma libre y plural todas las ideas y tendencias a fin de que no se transforme, como ha ocurrido en buena medida con el Fondart, en subvencionar casi exclusivamente las obras que representan el modelo oficial del pensamiento político.

    Lo traigo a colación, porque para los chilenos que tenemos memoria de lo ocurrido en las décadas del 60 y 70 y que compramos la “Colección 70”, impresa en la Unión Soviética por el órgano que manejaba la “cultura oficial” del marxismo leninismo, encontramos en 70 libros de formato más bien pequeño un resumen de la versión también oficial de la filosofía, la literatura, las artes y las ciencias de la antigua Unión Soviética. Triste sería que de pronto nos encontráramos con otra “Colección 70” en que se hubiera cambiado la dupla “Lenin-Stalin” por el “renovado” Gramsci.

 

                                                                      Mario Alegría Alegría

 

 

Publicado en el diario El Mercurio de Valparaíso el 31 de Julio del 2002

 

 

 

30. ¿NOS SENTAMOS A ESPERAR?

 

Cuando se leen las cifras que reflejan el comportamiento de la economía. parece que los actores tanto del sector público como el privado, estuvieran esperando que existan señales muy claras, más bien que se enciendan las alarmas antes de actuar.

Entre tanto, el gobierno, preocupado, por un lado de mantener difíciles equilibrios macroeconómicos en un año previo a las elecciones presidenciales, y por el otro, de dar cabida a las expectativas de los partidos que lo sustentan, se esfuerza  por demostrarnos que este año la economía crecerá 2.8 a 3 por ciento para justificar el aumento del gasto fiscal en un porcentaje ligeramente inferior.

Así mismo para disminuir el déficit fiscal, no incluye en las cuentas los balances de las empresas del Estado y olvida sus obligaciones de atender la situación patrimonial del Banco central que, al momento de la crisis de los años 83-85 se aviniera a prestarle dinero con un interés bajísimo y con un plazo superior a cualquier operación con bonos del estado.

Sabe además el Gobierno, perfectamente que los ingresos tributarios han bajado y que lo seguirán haciendo en el curso del año, pero no se resigna a disponer ahora un recorte mayor en el gasto fiscal, al parecer para no ahondar más la depresión. Sin embargo, hay gastos que se pueden reducir sin provocar mayor contracción de la demanda y son todos aquellos que se realizan fuera del país. Viajes, Embajadas extraordinarias, agregados innecesarios a nuestras representaciones diplomáticas, vehículos para el uso de funcionarios fiscales, todos estos gastos puede que no sean de gran magnitud, pero si su supresión se transforma en política de estado, constituiría un ejemplo de sobriedad para los particulares que, seguramente, los conduciría a limitar también los consumos superfluos que, no afectan sino sectorialmente al comercio de importaciones ya que generalmente corresponden a productos que no se fabrican en Chile.

Con los particulares ha ocurrido al revés, no creen en los augurios del gobierno y tienen temor de invertir por la eventualidad de un recupero tardío y con escasa utilidad, por lo que prefieren la cobertura cierta del depósito bancario en Chile o en el exterior.

Desoyen el llamado de los dirigentes de la industria y del comercio que invitan a reactivar la actividad económica ya invertir con cautela, pero a invertir, para retomar el estilo empresarial que nos puso, por algunos años, a la cabeza del desarrollo en América Latina.

Ojalá que el gobierno y los particulares actúen cada uno en la dirección que aconseja la cordura para impulsar de nuevo la economía y disminuir así la actual cesantía que corroe los cimientos del una sociedad ya afligida por males tan graves como la delincuencia, la drogadicción y la corrupción.

 

Publicado en el diario El Mercurio de Valparaíso el 16 de Julio de 1999

Mario Alegría Alegría