8. PENSANDO EL CHILE DE MAÑANA.

 

En notas anteriores me he referido a las graves deficiencias de la educación en nuestro país y, casi como consecuencia, a la irritante distribución del ingreso y como estas circunstancias afectan nuestras posibilidades de lograr tasas razonables de desarrollo sustentable mediante la exportación no sólo de materias primas o semielaboradas sirio de productos con mayor valor agregado y servicios.

     Alguna vez destaqué que en Japón y en Europa, los niños tenían horarios de clases equivalentes a 1,3 y 1,8 veces el de los colegios municipales o subvencionados en nuestro país, y que consecuencialmente aquéllos cuando adultos, se integraban con más facilidad y éxito a la actividad económica.  Naturalmente que la calidad de la educación no solamente se mide por la densidad horaria, pero ésta parece ser la condición básica para mejorarla, junto al cambio de métodos y programas y a la recalificación de los profesores menos preparados para hacer docencia moderna.

     Por otra parte está demostrado que en Chile, la educación es el medio más efectivo para mejorar el ingreso personal y de las familias. En efecto, los escasos hijos de las familias más pobres que logran acceder a la educación superior y obtienen título universitario en alguna de las carreras con mejores expectativas en  campo ocupacional, a los pocos años y, con escasas excepciones, se encuentran en el quintil más alto del ingreso. Si en vez de título universitario obtienen un título técnico en una universidad o instituto profesional de calidad o en una escuela agrícola o industrial, su ingreso como técnico u obrero calificado los ubicaría probablemente en el 3° quintil de rentas, es decir, se habrían liberado de la pobreza y, habrían accedido a niveles de vida semejantes al que tienen trabajadores equivalentes en los países desarrollados.

Por eso, el proyecto anunciado por el Gobierno para transformar sustancialmente la educación construyendo 20.000 nuevas aulas y aumentando las horas de clase para permitir que los niños y adolescentes de los hogares más modestos tengan doble jornada, en no más de 5 años, es, sin lugar a dudas el proyecto educacional más importante en nuestra vida como Estado independiente desde la dictación de la Ley de Educación Primaria Obligatoria.

     Ningún proyecto, ni ley alguna tienen éxito si no existe la disposición y el compromiso de colaborar con aquél y de acatar ésta.

     Más que ninguno, éste debiera ser adoptado corno un gran proyecto nacional, por todos los involucrados:

     1) Por los parlamentarios que deberán pronunciarse sobre él y por los contribuyentes a quienes no se les pide pagar un 1% más de IVA, sino solamente mantener la tasa actual privándose de una rebaja de igual monto que demoraría bastante en trasladarse a los precios.

     Este aparente sacrificio de expectativas, significaría, cuando la rebaja del impuesto se traslade a los precios, unos mil pesos para las familias más modestas y unos quince mil pesos para quien gaste                $ I .500.000 al mes.

2) Por los profesores, que deberás reducir temporalmente sus aspiraciones a reajustes de sueldos elevados pero que tendrán, a cambio, un régimen de incentivos para los mejores, que podrán obtener alguno de los 50 premios de $ 4.000.000 al año que se anuncian, hasta becas para estudios de postgrado en el extranjero y otras mejoras de remuneraciones conforme a sus méritos.

     El sistema es el único posible atendidos los recursos existentes y, por ahora, el más justo. Hay que pensar que en la actualidad junto a profesores de la educación básica y secundaria que ostentan niveles de excelencia académica, hay otros que estudiaron pedagogías porque las pusieron como la última de sus postulaciones a la Universidad y no por verdadera vocación, cuando sus resultados en las pruebas de aptitud académica y sus promedios de escolaridad fueron mediocres.

     3) Por el gobierno que, si se aprueba la legislación necesaria deberá comprometerse a optimizar la gestión y la inversión de los recursos, sin dilapidarlos en pagar honorarios millonarios por nuevos estudios o proyectos a socios políticos o simpatizantes. La tónica tendrá que ser austeridad y eficiencia y, sobre todo tener en cuenta que, en este caso, los resultados tendrán que quedar a la vista de toda la población, con la construcción de nuevas escuelas, con la ampliación de otras y con la asistencia efectiva de los estudiantes en doble jornada.

     En efecto, el Ministro (le Educación, en reciente entrevista, ha calculado el costo de la subvención escolar actual en $10.000 mensuales por alumno, siendo que los requerimientos serían de $ 30.000 mensuales aproximadamente para que la educación alcanzara un nivel de calidad adecuado.

     Cierto es que este nivel óptimo de gasto por alumno no se logrará ni al término de esta reforma, pero no lo es menos que, desde el primer año, la subvención escolar subirá un 17% o sea, y en promedio $ 1.700 mensuales por estudiante, sin contar la inversión en construcciones de todo tipo y en la implementación de Liceos de Excelencia y mejoramientos para los docentes mejor calificados.

     Si este aumento de la subvención se mantiene constante en los próximos cinco años, aquélla en moneda actual llegará a $ 18.500 (calculando el aumento sólo en forma lineal) con lo cual la familia modesta que dejó de percibir $ 1.000 o $ 2.000 mensuales por concepto de rebaja del 1% del IVA y que tenga dos hijos en edad escolar, recibirá una «bonificación», para su mejor educación, de $ 17.000 al mes.

     En otros términos, los dos quintiles de la población con menores ingresos, entre los que se cuentan probablemente algunos profesores básicos, recibirán en forma de mejor educación para sus hijos muchas veces el ahorro que hubiera podido significarles rebajar la tasa actual del IVA.

     Como indudablemente las familias de mayores ingresos seguirán enviando a sus hijos Colegios particulares, este proyecto, como ningún otro, focaliza la ayuda en quienes más lo necesitan.

     Comentando sus alcances con un viejo buen amigo, profesional que ejerció en Chile y en Europa durante muchos años se mostró escéptico respecto de sus resultados y, de algún modo me tachó de ingenuo, calificativo que a mis años sólo se admite sin rubor si proviene de un amigo verdadero. Me dijo que Chile no era mejor que Europa y que tanto en este hemisferio como en el otro, los políticos y los interesados en la gestión de los proyectos públicos los hacían fracasar.

     Yo defendí mi posición diciéndole que para los grandes proyectos, siempre habrían grandes voluntades que los hicieran triunfar, sobre todo en este caso en que, de su éxito depende que en este país, los que tenemos la suerte de tener una profesión y un ingreso adecuado podamos tranquilizar nuestras conciencias pensando que nuestro privilegio y el de nuestros hijos para acceder a una educación de calidad va a ser compartido por muchos chilenos en el futuro.

                                                                         Mario Alegría Alegría

 

 

 Publicado en el Diario El Mercurio de Valparaíso, el 11 de Junio de 1996