14. CUANDO FALLA EL ANÁLISIS.

 

 

El diccionario de la lengua da más de diez acepciones para el término análisis, pero en relación con el asunto que nos interesa, creo que todos hemos oído hablar de los analistas de mercado, que orientan la inversión de los recursos para asegurar rentabilidades óptimas con mayor o menor riesgo incorporado. Generalmente son economistas con post-títulos en el extranjero o en Chile y que se mueven con gran fluidez en la macro y en la micro economía, disponiendo de toda la información de las publicaciones especializadas y de la que proporcionan en Chile los periódicos que la resumen con bastante buen criterio.

Es decir, se suponen los «gurúes» de la economía y que empresas como las AFT-que mueven recursos por miles de millones de dólares los cuentan en sus equipos, con honorarios muy altos, como corresponde a quienes aconsejan invertir selectivamente en tales o cuales valores a quienes manejan recursos equivalentes a más de la mitad del Producto Interno Bruto de un año.

Del resultado de ese análisis y del consejo atinado de tales analistas depende en buena medida la suerte de los ingresos de los miles de jubilados del sistema y, sobre todo, de los que se acogieron a la modalidad de retiro programado.

Hace unos días me tocó ver el resultado de la inversión de una AFP cuyo nombre no indico, por razones obvias, pero que no es muy distinto al que se da en estos momentos en todo el sistema un jubilado que hasta el mes de enero del presente año recibía          $ 98.604 liquido, a partir del mes de agosto pasado comenzó a recibir solamente           $ 86.346, es decir, perdió el 14% de lo que contaba para subsistir.

Ese mismo pensionado de la AFP a que nos referimos, observará con cierta envidia la información que los jubilados del antiguo sistema recibirán un 6,5% de reajuste que corresponde al alza del costo de la vida en los meses de diciembre a diciembre de 1995/96. Es decir, con el antiguo sistema su pensión de $ 98.604 de enero se habría elevado a $ 105.013 en diciembre en vez de bajar .a $ 86.346 como ocurrió.

¿Pudieron hacer algo las AFP para morigerar al menos este resultado? Creemos que sí, porque no se necesitaba ser economista para prever lo que ocurriría en la bolsa después del «boom» de los noventa. Hasta un simple aficionado a aplicar el sentido común al análisis’ económico pudo advertirlo ya en marzo de 1994 cuando quien escribe estas líneas vio publicada en estas páginas una nota que titulo «La otra riqueza» en que prevenía contra las inversiones en un mercado sobre valorado en buena medida por el ‘exitismo» de quienes de verdad creyeron en «el tigre chileno». En esa ocasión hizo presente que la relación precio utilidad de las acciones era insostenible en el mediano plazo, cosa que también debieron prever y con mucho mayor fundamento, las AFP y sus equipos asesores.

En un diario se informó que las 40 acciones del IPSA bajaron su cotización bursátil desde el 29 de diciembre de 1995 de US$ 40.801 millones (en total) a US$ 35.945 millones, al cierre del 2/12/95, es decir, un 11,9%, todavía un poco menos que la reducción de la pensión de jubilación que comentamos.

¿Qué habrían podido aconsejar los analistas al iniciarse el año 1995a las AFP, considerando la evolución del precio de la harina de pescado, de la celulosa y el papel, la volatilidad del mercado del cobre, y la cercanía de la fecha para la fijación de las tarifas de la electricidad en nuestro país, además de la otra información que no maneja cualquier hijo de vecino? ¿Insistir en las acciones creyendo la versión de los analistas de las Bolsas interesados en su propio negocio o descender a la modesta realidad chilena para trasladar parte importante de la inversión a renta fija?

Al parecer el exitismo resultó contagioso y las APP con sus equipos de economistas de primera línea, no ingresaron al programa computacional correspondiente las variables del mercado que podían afectar la actividad económica chilena y apostaron, sin fundamento alguno, a que un mercado caro seguiría siendo cada vez más caro, a pesar del evidente contrasentido que entrañaba tal posición.

¿Qué explicación podrán dar a nuestro pensionado de los $ 86.346 mensuales que mirará con envidia al jubilado del INP que ahora tendrá $ 105.013 para gastar, es decir, algo más de lo que tenía y no algo menos, como es su caso, que tiene ahora sólo el 86% de lo que contaba para subsistir?

¿Cómo explicarle que si su ahorro previsional hubiera estado invertido en renta fija, con los buenos intereses de este año, habría tenido el mismo reajuste que el jubilado del antiguo sistema?

Invitamos a las APP a que no se escuden en generalidades sobre la evolución de la economía y expliquen qué pasó a sus analistas que no previeron lo que resultaba perfectamente claro en marzo de 1995, incluso para un chileno cualquiera, sin el volumen de información que debemos suponer que manejan quienes tienen la administración de los bienes que representan el único caudal cierto para atender las necesidades de millones de chilenos que se jubilarán en el futuro.

 

Publicado el 7 de diciembre 1996 en el Mercurio de Valparaíso

 

Mario Alegría A.

 

 

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