51. A RÍO REVUELTO…

«A río revuelto, ganancia de pescadores» dice un antiguo refrán que camo parte del saber popular no pierde su actualidad. En efecto, si miramos el conjunto de nuestro mundo globalizado, éste se asemeja mucho a un rio revuelto no sólo por la violencia, el consumismo y el egoísmo imperantes que han trastornado las salares aceptados por milenios cama propicios para la convivencia, sino por una economía cuyo futuro ni los economistas se atreven a predecir.

En electo, la libertad de comercio y la escasa o ninguna regulación que favoreció el desarrollo de nuestra economía en los «dorados» 90, ahora nos arrastra con la suerte de las grandes centros del poder económico en condiciones muy diversas a la de la crisis de los paises orientales y al descalabro mexicano de hace pocos años. En ambos casos, a pesar de los problemas del Japón y de la economía un poco «plana’ de Europa, sacó al mundo del atolladero el pujante desarrollo de Estados Unidos, cuyo PIB creció el 4.6 por ciento el año 1998, el 4.2 en 1999 y el 3,4 el 2000; mientras que el promedio de la Unión Europea, para los mismos años era del 1,9 del 3,1 y del 2,9. De este mudo se compenso la caída del 3.1 por ciento del producto en Japón durante 1998 y se alentó la más rápida recuperación de las demás economías.

Hoy la situación que nos aflige y que ha «revuelto el río», de tal modo que los agentes económicos no advierten las señales del mercado y los consumidores, al no ver tampoco las cosas claras, dejan de consumir, temiendo por sus empleos o por sus capitales, en la medida en que caen lenta o aceleradamente las bolsas de todo el mondo.

La situación de Chile, a pesar de la firmeza con que el Gobierno ha defendido el equilibrio fiscal, y procurado tranquilizar a los agentes económicos, no ha escapado a su sino adverso, tener una de las economías más sensibles a las depresiones mundiales, como se ha visto desde el año 1929, sólo para citar la más grave entre las conocidas. Boy no se puede aún hablar de depresión a nivel global, a pesar de la situación del Japón y de la disminución del crecimiento en EE.UU. y de la UE; y de la conocida depresión en Argentina una de las economías importantes del tercer mundo; pero lo cierto es que ella pudiera producirse.

Entretanto, ¿quiénes han ganado en este río revuelto? Dirigimos la mirada a Alemania, país, con baja inflación y que ha tenido estos últimos años tasas moderadas de aumento del producto interno; 1,2, 1,5 p 2,0 por ciento para los 98, 99 y 2000 y que este año ha bajado sus expectativas de crecimiento del 25 al      1 por ciento o poco más.

Salvando las diferencias entre esa gran economía y la nuestra y tomando solamente en cuenta los factores de baja inflación y crecimiento menor al esperado, procuramos hacer una comparación más o menas elemental dentro del sector financiero únicamente.

Los resultados de los bancos en Alemania y, tomamos el caso emblemático del  Deutsche Bank, demuestran que en ese país cuando se deprime el crecimiento los sacrificios los hacen todos los agentes económicos. En efecto, las utilidades del referido banco bajaron en el 49 por ciento durante el trimestre recientemente pasado, en un ambiente en que todos los bancos de la UE aumentan sus provisiones para créditos incobrables de clientes domésticos.

Veamos ahora. la situación en nuestro país en que lambido los cálculos para el crecimiento del FIB han bajado del 6,2 considerado en el presupuesto fiscal, a 3,5 por ciento o menos de acuerdo con las últimas opiniones del gobierno y de los agentes económicos. Con este menor crecimiento el Estado pierde un porcentaje semejante en la recaudación tributaria, como pierde con la baja del cobre de 82 centavos de dólar a 65 la libra y con la reducción de las importaciones, por baja del ingreso aduanero; pierden también las empresas medianas y pequeñas por contracción del mercado y los que carecen de trabajo que pierden sus salarios. Todos ellos pierden y ¿quiénes ganan?: los exportadores por la depreciación de nuestra moneda y los Bancos, que en vez de ser disminuidas sus utilidades a la mitad como en Alemania, las ven aumentadas en 108 por ciento ¿Quién está ganando entonces con el «río revuelto? creo que se han dado por las medios, todo tipo de explicadones para este aumento desusado de utilidades de la banca privada y se han formulado recomendaciones por las autoridades para traspasar la baja del interés de instancia a las colocaciones bancarias, sin mucho resultado. La actual baja moderada de los intereses se ha debido especialmente a una política más agresiva del Banca del Estado para competir con la banca comercial, lo que deberla acentuarse en el futuro si desaparece el impuesto al mutuo para las reprogramaciones o «traslados» de deuda a ese banco.

Seguramente se levantarán voces para clamar en favor de la libertad económica y criticarán la «intromisión» del banco estatal en nichos que tenían como propios, sin parar mientes en que las condiciones para favorecer el traspaso de deudas p de dientes las crearon los propios bancos privados al mantener costos exesivos para el dinero que prestan.

En sus manos también se encuentra impedir que esta situación se acentúe, morigerando sus expectativas de ganancia en un país agobiado por una crisis provocada principalmente por circunstancias externas.

                                                                                                                      Mario Alegría A.

 

Publicado en El Mercurio de Valparaíso, el 14 de Agosto del 2001

30. ¿NOS SENTAMOS A ESPERAR?

 

Cuando se leen las cifras que reflejan el comportamiento de la economía. parece que los actores tanto del sector público como el privado, estuvieran esperando que existan señales muy claras, más bien que se enciendan las alarmas antes de actuar.

Entre tanto, el gobierno, preocupado, por un lado de mantener difíciles equilibrios macroeconómicos en un año previo a las elecciones presidenciales, y por el otro, de dar cabida a las expectativas de los partidos que lo sustentan, se esfuerza  por demostrarnos que este año la economía crecerá 2.8 a 3 por ciento para justificar el aumento del gasto fiscal en un porcentaje ligeramente inferior.

Así mismo para disminuir el déficit fiscal, no incluye en las cuentas los balances de las empresas del Estado y olvida sus obligaciones de atender la situación patrimonial del Banco central que, al momento de la crisis de los años 83-85 se aviniera a prestarle dinero con un interés bajísimo y con un plazo superior a cualquier operación con bonos del estado.

Sabe además el Gobierno, perfectamente que los ingresos tributarios han bajado y que lo seguirán haciendo en el curso del año, pero no se resigna a disponer ahora un recorte mayor en el gasto fiscal, al parecer para no ahondar más la depresión. Sin embargo, hay gastos que se pueden reducir sin provocar mayor contracción de la demanda y son todos aquellos que se realizan fuera del país. Viajes, Embajadas extraordinarias, agregados innecesarios a nuestras representaciones diplomáticas, vehículos para el uso de funcionarios fiscales, todos estos gastos puede que no sean de gran magnitud, pero si su supresión se transforma en política de estado, constituiría un ejemplo de sobriedad para los particulares que, seguramente, los conduciría a limitar también los consumos superfluos que, no afectan sino sectorialmente al comercio de importaciones ya que generalmente corresponden a productos que no se fabrican en Chile.

Con los particulares ha ocurrido al revés, no creen en los augurios del gobierno y tienen temor de invertir por la eventualidad de un recupero tardío y con escasa utilidad, por lo que prefieren la cobertura cierta del depósito bancario en Chile o en el exterior.

Desoyen el llamado de los dirigentes de la industria y del comercio que invitan a reactivar la actividad económica ya invertir con cautela, pero a invertir, para retomar el estilo empresarial que nos puso, por algunos años, a la cabeza del desarrollo en América Latina.

Ojalá que el gobierno y los particulares actúen cada uno en la dirección que aconseja la cordura para impulsar de nuevo la economía y disminuir así la actual cesantía que corroe los cimientos del una sociedad ya afligida por males tan graves como la delincuencia, la drogadicción y la corrupción.

 

Publicado en el diario El Mercurio de Valparaíso el 16 de Julio de 1999

Mario Alegría Alegría

23. ¿QUERRIAN ESPECULAR LOS JUBILADOS? 

Leemos entre las noticias económicas recientes que el Ministro del Trabajo subrogante don Patricio Tombolini se muestra conforme con el comportamiento de la rentabilidad de las inversiones de las AFP, porque, en promedio, obtuvieron tasas del 12% anual desde la fecha en que se establecieron esas instituciones en nuestro país, aunque reconoce que en 1995 tuvieron una rentabilidad negativa, (léase pérdida) del 2% de sus activos, que en 1996 remontaron para lograr un modesto 3,5% y que para el año en curso se proyecta un guarismo del 6 ó 7%.

Al mismo tiempo nos imponemos de que las concesiones viales adjudicadas a empresas extranjeras consideraron niveles de rentabilidad en torno al 9% y casi a renglón seguido, de que los ejecutivos de varias de las AFP que operan en Chile han expresado que no les interesa financiar este tipo de obras, «aunque han seguido atentamente el proceso» porque «la rentabilidad que se maneja no es atractiva».

El gerente de inversiones de una de las más importantes AFP de nuestro país puntualiza que «los descuentos propios de la operación» disminuyen la rentabilidad real al 7,5% y 6,5%. No entendemos muy bien qué significan los descuentos de la operación, aunque debemos suponer que es el costo de la gestión administrativa, que ya sabemos que, confiada a una AFP, no es precisamente barata.

Pero, lo cierto es que, mientras los capitales extranjeros, de un país como México, que hasta un año atrás arrastraba una economía casi colapsada, hoy invierten en Chile, las AFP chilenas buscan inversiones más estables pero menos rentables en el exterior o inversiones especulativas en Chile.

En efecto, ¿quién podría asegurar con un margen razonable de seguridad que la inversión en valores bursátiles en Chile va a tener siquiera la misma rentabilidad que la inversión en obras de infraestructura?

¿No aprendieron las AFP la lección de 1995 y siguen pensando que Chile no es una economía «madura» para la inversión bursátil y que las acciones tienen todavía una relación precio-utilidad que les permitirá crecer el 12% real al año? Sujetos muchos de nuestros valores accionarios a los vaivenes de la bolsa de Nueva York y a las cotizaciones de los ADR, ¿puede pensarse que siga siendo más rentable y, sobre todo, más segura una inversión en «papeles¨ y no en puentes, caminos y puertos que el país necesita?

Creemos que, si en los directorios de las AFP tuvieran representación los cotizantes, se privilegiarían muchas de las inversiones que hoy desdeñan sus analistas que ya se equivocaron en 1994 y que aún recomiendan inversiones más rentables en el papel, pero que resultaron ruinosas para los cotizantes y jubilados que vieron disminuir sus pensiones de vejez en términos nominales y reales en 1997, como consecuencia de los «aciertos» de quienes invirtieron en su nombre.

Sabemos que Chile necesita inversiones por más de 20.000 millones de dólares en infraestructura en los próximos años y que una parte muy importante de esa suma debieran aportarla los privados a través de una licitación de parte de esas obras. Esa cuota la coparían fácilmente las AFP nacionales, dando trabajo no solamente a obreros y técnicos chilenos sino a profesionales de alto nivel y a ejecutivos cuyos sueldos se gastarían en Chile, así como las utilidades que no emigrarían al exterior para aumentar nuestro déficit de cuenta corriente, sino que permanecerían para ser reinvertidas en el desarrollo nacional creando nuevos empleos y entregando mayores recursos al estado a través de la tributación.

Entendemos que a determinadas empresas les convenga invertir sus excedentes en otros países cuando se trata por ejemplo, de cadenas de distribución que no quieran ampliar su rubro sino utilizar su «know how», como los supermercados chilenos que siguen multiplicando sus tiendas en Perú y Argentina. Si Santa Isabel posee ahora 11 de los 78 supermercados en Lima y si entre sus planes se cuenta instalarse junto a  Ripley en un gran «mall» en el barrio alto de la capital peruana, en Monterrico, es porque su propio giro en nuestro país se encuentra saturado.

Pero distinta es la situación de las AFP que en sus inversiones debieran conjugar el interés de los cotizantes con el interés nacional porque los jubilados de hoy y los que jubilen mañana vivirán mejor o peor según sea la condición general de la economía del país. Por eso la visión de las AFP debiera trascender la inmediatez que privilegian sus directores y ejecutivos, en beneficio de logros a más largo plazo, tan largos como la vida activa y pasiva de las personas y teniendo en cuenta lo que  ellos quisieran y no lo que quieren sus administradores en busca de logros a corto plazo y de los incentivos económicos personales que generalmente conllevan.

Gobierno y Parlamento debieran legislar para que en la composición de los directorios de las AFP se incluyera a cotizantes del sistema para permitir que en sus inversiones se privilegien las que beneficiarán el desarollo futuro del país como parte del bienestar de los cotizantes y no aquellas basadas en la especulación y en el marketing de sus propios ejecutivos.

                                                                                                Mario Alegría Alegría

Publicado en el diario el Mercurio de Valparaíso el 6 de junio de 1997.

 

Mario Alegría Alegría