Si la pregunta que sirve de título a esta nota se formula al señor director de Impuestos Internos o al señor Ministro de Hacienda, lo posible es que su respuesta sea negativa.
El primero de los funcionarios nombrado recordará probablemente la evasión en el pago de impuestos básicos de nuestro sistema tributario, vale decir el IVA, al Impuesto a la Renta y al Impuesto a las Herencias, Asignaciones y Donaciones y citará casos en que ha debido perseguirse a los evasores ante la justicia del crimen.
Por su parte el Ministro de Hacienda se referirá a las arduas discusiones parlamentarias cuando se ha tratado de aprovar impuestos nuevos o elevar las tasas de los ya existentes, para concluir que determinados partidos políticos se niegan a la necesidad de ayudar a los pobres de Chile.
Sin embargo, un mentís a tales opiniones de los actuales personeros de gobierno, lo da el Chile que efectivamente contribuye y con largueza a obras de bien público de sobra conocidas. Así es como en la última Teletón, a pesar de no alcanzarse la ambicios meta de lograr doblar la recaudación del año anterior, se logró captar más de 5.500 millones de pesos en donaciones provenientes de todos los estratos socio-económicos de Chile.. Poco tiempo antes de la campaña de la Teletón, el Hogar de Cristo realizó la suya destinada a captar 50.000 socios y la respuesta no fué de 50 sino de 80 mil socios más.
Las Iglesis Protestantes también obtienen el apoyo de laicos y de personas religiosas cuando se trata de socorrer a quien lo necesita. Es el caso de «Visión Mundial Internacional de Chile», que realiza una obra de beneficio de los niños de la zona del carbón, para salvarlos de la mala nutrición y de la miseria y, así podría decirse también del Refugio de Cridto en Valparaíso, de CONIN a nivel nacional y tantas obras a las que los chilenos contribuyen con gusto y sin coacción.
¿Porqué entonces el chileno medio es mal contribuyente fiscal y exelente contribuyenye con las corporaciones privadas?
Creo que respuesta se encuentra en el modo diverso como se emplean los recursos por el Estado y por las corporaciones particulares.
Asumiend, el hecho que en Chile existe una distribuvión del ingreso que por lo injusta debiera hacernos sonrojar, debería ser la tributación un modo eficaz para que el Estado obtenga los medios para socorrer a los más desposeídos, hasta que esta injusticia social encuentre solución.
Para este propósito, el Gobierno cuenta con recursos muy considerables ya que, hablando en cifras gruesas, el Fisco chilenocapta y administra en la actualidad un cuarto del producto interno bruto,o, dicho de otro modo, con un ingreso per cápita de US$4.800, el Estado percibiría este año el equivalente a US$ 1.200 o sea aproximadamente $500.000 por cada chileno.
Si calculamos una población de 14.000.000 de habitantes , el Fisco administrará US$16.800.000, de los que un alto porcentaje se destina a gasto social, se dice que más de la mitad del presupuesto.
Siempre será posble que el gobierno de turno de izquierda, de derecha o de centro encuentre escasos los recursos de que sispone.
Pero, frente a esa realidad, hay hechos indesmentibles y que contribuyen a que ese chileno que no vacila en abrir su bolsillo a la Teletón, Refugio de Crist, Hogar de Cristo, CONIN y /o de quizás cuantas obras más, no quiera pagar mas impuestos ni contribuir mas con el Estado, porque sabe, si le los estudios de la Cepal, que del presupuesto para programas específicos de ayuda y protección a los pobres de América Latina, el 80% se gasta en administrar el programa y el 20% llega como ayuda efectiva a los que lo necesitan.
Los chilenos sabemos que la Refinería de Petróleos de Concón, pagó sumas millonarias por desmalezar y trazar sendas, y que estos servicios pudo conseguirlos por la mitad o menos del precio acordado, asistimos a la vergüenza nacional que significa el colector, en nuestra V Región, en donde las tarifas de agua autorizadas, con criterio político, son tan altas que, ESVAl, a pesar del despilfarro, anota millones de utilidad.
Leemos tambien, sin que se desmienta, que la administración de ENACAR, para salvar de la miseria a 2.000 mineros y sus familias, gasta $248 millones al mes en asesorías, observamos el presupuesto de los gastos de Congreso Nacional y los sueldos de los Consejeros del Banco Central aún mayores que los de los parlamentarios porque hay que «remunerarlos mejor que la empresa privada»
Al mismo tiempo observamos al Estado incapáz de crear la mística del Servicio Público en la administración, pero que exige a los funcionarios del Poder Judicial o del Consejo de Defensa del Estado, para citar solemente ciertos servicios esenciales mal remunerados que se desempeñan con eficiencia y honestidad aunque se les pague mal, porque estos funcionarios no son políticos para acceder a las grangerías del Estado. Y, por eso, y no por otro motivo existe cierta renuencia, para colaborar en el despilfarro de los fondos públicos..
Creo que los chilenos somos buenos contribuyentes, con contadas excepciones, pero lo seríamos no solo por obligación sino con gusto si viéramos mejorar los servicios que presta el Estado y que ellos no se transformen en parcelas políticas.
No significa esto desmantelar el Estado y privarlo de las herramientas indispensables para realizar el bien comun.
En 1939 un Presidente Radical subió al poder con el slogan «Gobernar es educar» siguiendo así una larga tradición nacional que se inicia en el decenio de don Manuel Bulnes y se intensifica y consolida con el gobierno de don Manuel Montt, en que la educación chilena pública y gratuita desde la escuela primaria hasta la Univesidad, sirvió eficazmente a la democratización del país.
Lo mismo pudo decirse de los servicios gratuitos de salud concebidos a partir de las leyes 4054 y 4055 , cierto que para la mitad de la actual población de Chile y para una medicina mucho menos sofisticada y por eso mas barata que la actual; per que en todo caso permitió el acceso a la salud a sectores hasta entonces absolutamente carentes de otra ayuda que no fuera la beneficiencia pública.
En uno y otro servicio, y siempre con las limitaciones de un país subdesarrollado, Chile mantuvo un nivel del que pudo enorgullecerse en el concierto sudamericano.Desde entonces, los recursos del Estado no han cesado de incrementarse, hasta llegar a las cifras acuales que habría llenado de regocijo a un Ministro de Hacienda de los años 50, pero el Estado no ha sido capaz de administrar la relativa abundancia actual, con resultados que el comun de los chilenos podamos advertir.
Mario Alegría Alegría
Publicado en El Mercurio de Valparaíso el 23 de Diciembre de 1995