Con excelente visión de nuestros actuales problemas-país, el Gobierno ha iniciado una campaña destinada a crear conciencia y arbitrar los medios para lograr una sustancial mejora de los estándares de la educación y de la salud. Ambas iniciativas han contado con la adhesión de la gran masa ciudadana, pero hay una tercera que no ha merecido igual tratamiento aunque todas las encuestas le otorgan un alto porcentaje de preocupación para el común de las personas, la erradicación o, al menos, la disminución de los índices de violencia criminal que aflige, sobre todo, a Santiago y a las grandes ciudades del país.
Para abordar el problema en forma integral, previamente hay que reconocer que la fuerza pública ha sido ampliamente sobrepasada, que la legislación procesal acerca de la libertad provisional y formas de aliviar el cumplimiento de las penas, deben ser radicalmente modificadas, así como que debe cambiarse el trato legal a los menores delincuentes que se asilan en la impunidad de que prácticamente gozan hasta los 18 años.
De nada sirve que el Director General de Carabineros diga que su insitución no ha sido sobrepasada, si día a día sabemos del asalto a residencias particulares con resultados de homicidios, violaciones y robos, a instituciones financieras y a vehículos «de seguridad» en que se transportan importantes sumas de dinero y si, día a día, conocemos, por los nedios de comunicación, las guerras de pandillas en los barrios periféricos y el acuchillamiento de estudiantes a veces, a manos de menores de 10 años.
Todos sabemos que al Cuerpo de Carabineros, creado en 1927 se le asignó una dotación de 18.ooo hombres, cuando la población del país era de 4.300.000 habitantes yque, ahora con más de tres veces esa población, la dotaion no alcanza al doble de la de entonces. Todo ello, sin contar con que el proceso de urbanización de la población ha conducido al gigantismo de Santiago, con barrios periféricos marginados de los beneficios de las «comunas ricas», y que en aquéllas, la droga se vende en todas las esquinas y que la población desocupada o simplemente los delincuentes, organizan allí los asaltos y reducen, también allí el producto de sus robos cuando no es dinero efectivo.
No basta por último que Carabineros detenga a un escaso porcentaje de los autores de delitos, porque es preciso recordar que Carabineros tiene fundamentalmente una labor de prevención y no de investigación y que es en aquélla en donde ha sido ampliamente sobrepasado por delincuencia.
Todos sabemos también que las actales disposiciones sobre de libertad bajo fianza permiten que delincuentes habituales y reincidentes en delitos de alta peligrosidad, caminen tranquilamente por lascalies gozando de sucesivas excarcelaciones gracias a una ley excesivamente compasiva y a jueces a quienes poco parece preocuparles la integridad de personas y la seguridad en las calles y hogares de la población.
Es también ampliamente conocida la circunstancia de existir tantos declincuentes menores de 18 años, «sin discernimiento» y de menores de 16 años que después de cometer delitos son entregados a sus padres, con una simple reconvención.
Las tres falencias anotadas por ser las de mayor envergadura, tienen remedio, siempre que el gobierno y la sociedad admitan que somos un país de alto riesgo delictual aunque las cifras macroeconómicas parezcan indicar a cosa. Carabineros necesita más dotación y mejores sueldos, no las vacantes 20.000 vacantes que no se han llenado, probablemente 6.0000 u 8.000 cargos adicionales. El costo es elevado pero nada o muy poco obtendría el país de las mejoras en salud y educación, si los niños en las poblaciones siguen expuestos al riesgo de sus vidas y a la oferta libre de drogas de todas clases y si por esas calles pululan delincuentes reincidentes en delitos de violencia.
La mayoría de esta nueva dotación debería ir a las grandes ciudades y precisamente a los barrios marginales, habitados por chilenos que también tienen derecho a la seguridad. 5.000 carabineros concentrados en las poblaciones del gran Santiago, harían más allí que si se dedican a cuidar mansiones y personajes del barrio alto.
Por otra parte, podrían liberarse varios miles de Carabineros de labores que no son estrictamente policiales. El tránsito, por ejemplo, podría estar a cargo de una policía municipal como en España y las citaciones judiciales podrían cumplirse por funcionarios judiciales especialmente contratados y con vehículos adecuados para cumplir, rápida y seguramente, con esas diligencias.
En cuanto a la libertad bajo fianza de los delincuentes reincidentes bastaría con reponer el at 363 N° 1 del Código de Procedimiento Penal en su texto original: «La libertad provisional tampoco se otorgará :»I A los reincidentes en los delitos que la ley castiga con pena de crimen y a los reincidentes en delitos de la misma especie». Sé que esta iniciativa provocará el repudio de algunos defensores de los derechos humanos que nos recordarán que la privación de libertad es eminentemente provisoria y que, en consecuencia, y mientras no exista una sentencia condenatoria, el delincuente puede obtener una y diez veces su libertad provisional, aunque sea reincidente en delitos que impliquen violencia a las personas, pero, en una sociedad democrática, es obvio que existan disidencias. Se agregan a estas excarcelaciones en serie, todas las medidas que morigeran el cumplimiento de las penas, como la libertad condicional, la libertad controlada, la suspensión condicional de las penas y la salida diurna de los delincuentes, que solamente ha servido para que cometan de día sus fechorías y regresen como si nada hubiera ocurrido «a seguir cumpliendo su condena».
Es además conocida la instalación, en los días de visita, de carpas improvisadas en los patios de las cárceles para que los reos reciban, en intimidad, a sus parejas, a fin de no carecer de esos beneficios de la vida en libertad. La salida diaria y la libertad condicional solamente se justifican si los reos tienen trabajo conocido y controlable al otorgarles el beneficio y si esta condición se mantiene. No se trata de aumentar las penas sino que éstas se cumplan en condiciones que representen una verdadera sanción.
Hay quienes dirán que se necesitarán nuevas cárceles para albergar a varios miles de delincuentes que, hacinados, no podrían ser rehabilitados. Ello es cierto y habría que construir más y mejores cárceles y, que por ahora se producirá hacinamiento no deseado, pero la pregunta que surge es: Puestos en la balanza el hacinamiento de los delincuentes habituales y reincidentes en graves delitos y la vida y la seguridad de los demás ciudadanos :¿cuál interés debe prevalecer?
Mario Alegría Alegría
Publicado en El Mercurio de Valparaíso, en Abril de 1998