64. LO LEGAL Y LO MORAL.

 

 

Para el común de las personas los conceptos de ley, de moral, de ética y de justicia, generalmente se confunden y es usual que se utilicen muchas veces en forma impropia. La confusión es aún mayor en estos últimos tiempos en que el contenido de la moral ha tendido a hacerse cada vez más proteiforme en la medida que el relativismo adquiere adeptos, algunos por motivos puramente teóricos y, los más, en beneficio de la autojustificación de sus propias conductas.

La verdad es que, aproximarse a estos conceptos abstractos no siempre resulta fácil y, por eso, incluso a los estudiantes de derecho se les introduce en la materia en forma gradual. Primero, haciendo notar solamente las características más gruesas que permiten separar las normas de derecho de las normas morales, explicando que la infracción de la ley conlleva sanciones pecuniarias o persona les de limitación o privación de la libertad y hasta de la vida, mientras que la conculcación de la norma moral solamente tiene la sanción constituida por la propia conciencia, a veces bastante permisiva, y por el menosprecio de los demás siempre que estimen esa conducta, trasgresiva de la moral socialmente aceptada en ese instante.

 Avanzando en sus estudios, la filosofía del derecho permite a los estudiantes de derecho discurrir con profundidad acerca de los mismos conceptos, para procurar transformarlos en verdaderos juristas antes que enmeros repetidores de la ley.

Todo lo dicho suena bastante abstruso para quien no sea especialista o especialmente aficionado a estas materias, pero lo cierto es que toda la ciudadanía dama porque se haga justicia, tanto aquella que debe contenerse en las sentencias de los tribunales, como la que significa que el progreso económico se distribuya en forma equitativa y la mayoría coincide también en que deben imperar ciertas normas morales mínimas aun en una sociedad hedonista que busca el dinero fácil para tener lo que él provee: poder y abundancia de bienes materiales.

Y cuando entramos al tema más complejo, pero igualmente interesante de las relaciones entre economía y finanzas, con la moral y el derecho, el cuadro se hace más difícil de desentrañar porque existe la tendencia a creer que si hay suficiente dinero es fácil o al menos posible, eludir el cumplimiento de la ley.

Dicho en otras palabras, la mayoría de los chilenos piensa que a los poderosos no los afectan las violaciones de la ley, a pesar que, en este último tiempo se haya producido, afortunadamente, casos emblemáticos que demuestran lo contrario.

Es decir, empieza a hacerse espacio la convicción pública que el delito aunque lo comentan los poderosos, en algún momento y forma, lo sancionan los tribunales, cualquiera que sean las influencias que se usen y el dinero que se gaste.

Sin embargo aún me parecería difícil explicar a los chilenos que no tienen tiempo o interés en dedicarse a reflexionar sobre materias abstractas, cuál es la diferencia entre lo legal y lo moral si no fuera por el ejemplo que, en estos días, provee la transacción financiera que se ha dado en llamar «el negocio del siglo», mediante el cual y, por el precio de mil quinientos millones de dólares, un grupo de empresas chilenas o un «holding» como ahora se llama, entrega su control a un ente internacional de «muchas espaldas», según se dice, para proseguir invirtiendo fuera de Chile, es decir, no para beneficio del empleo y de la infraestructura de un país que aún tiene un 20% de pobres, sino en busca de mayores utilidades que solamente aumentarán la riqueza de  los accionistas de dichas empresas y, sqre todo la de sus directores. En efecto, si el negocio se lleva a cabo, por exigencias  de los mismos directores que negociaron el acuerdo, sus propias acciones se venderán en quinientos millones de dólares, aunque proporcionalmente valgan relativamente poco, en perjuicio de los accionistas «de la otra clase», que recibirían de menos esa misma suma.

Es decir, el negocio no beneficia al país en absoluto, es para que ganen los accionistas, pero, entre ellos hay un pequeño grupo que gana por su «gestión» quinientos millones de dólares.

Se dice que el negocio es legal y así habrá muchos dispuestos a sostenerlo. Pero usted estimado lector ¿entiende ahora la diferencia entre lo legal y lo moral?

                                                                                           

Mario Alegría Alegría

 

Publicado en El Mercurio de Valparaíso, el 24 de Octubre de 1997

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